Adán
Voy a hablar de como todo inició en el Edén y como todo terminé en el infierno. Cada herida que miras en mi espalda es uno de mis amantes, pero esta cicatriz gigante en el pecho se llama Adán, el hombre perfecto, el destino hecho para mí y para quien se suponía yo debía ser. Él fue en su primer esplendor un gran amor, nacido de mi absoluta inocencia y de mi corazón entero, hoy ya quedan fragmentos de cosas buenas y malas que he ido dejado en varios cuerpos, algunos que no merecían nada fueron capaces de llevarse pedazos grandes de lo que alguna vez fue mi corazón, pero nadie lo vió tan entero, brillante y nuevo como Adán. Él parecía sacado de un cuento sacro y perfecto, llegó a mis 13 años, vestido de nego a sentarse a mi lado. Entró por la puerta principal de la iglesia, no esperábamos a nadie más, la familia estaba completa esperando el rito inicial, yo estaba entre las últimas filas, vestía de blanco, mi pelo era largo, muy largo y yo sentía que se conectaba al todo. Regresé a ver